Ciudad de México.- Los tamales son mucho más que un platillo típico; representan un universo culinario profundamente enraizado en la historia de México. Según registros arqueológicos, su existencia data de hace casi 2,000 años, con vestigios encontrados en la cultura maya. Desde su origen, los tamales han sido parte esencial de la alimentación y ritualidad mexicana, compartiendo protagonismo con los moles, atoles y tortillas como pilares de la gastronomía nacional.
Gustavo Romero Ramírez, profesor-investigador del Colegio de Gastronomía de la Universidad del Claustro de Sor Juana, comparte la importancia que este alimento tiene en la gastronomía mexicana desde la época prehispánica y su sincretismo con la religión católica.
Evidencia arqueológica y tradición prehispánica
El tamal tiene un lugar destacado en la iconografía mesoamericana. En el mural maya más antiguo, del año 100 a.C., ubicado en San Bartolo, Petén (Guatemala), se observa a una mujer ofreciendo una canasta de tamales al dios del maíz. Asimismo, en los restos de la ciudad de Calakmul, en Campeche, se muestra a “La Señora de los Tamales”, representando el papel trascendental de este alimento en la sociedad prehispánica.
Fray Bernardino de Sahagún, en su Historia General de las Cosas de Nueva España, documentó la diversidad de tamales, sus usos y las festividades en las que se consumían. Su relato incluye pistas sobre las técnicas de preparación, revelando la importancia de este platillo en el México prehispánico.
La evolución de los tamales y la festividad de La Candelaria
La relación de los tamales con la celebración de La Candelaria, que se lleva a cabo cada 2 de febrero, tiene raíces profundas que combinan tradiciones prehispánicas y prácticas religiosas impuestas durante la Colonia. Gustavo Romero Ramírez explica que esta festividad refleja un sincretismo cultural.
Entre las tradiciones prehispánicas se encuentra el Huauhquiltamalqualiztli, una celebración del fin del año náhuatl en la que se repartían tamales de amaranto y quelites. Esta fiesta coincidía aproximadamente con el mes de febrero y marcaba un ajuste en el calendario ritual. Más adelante, con la llegada del cristianismo, se vinculó con la presentación de Jesús en el templo, 40 días después de su nacimiento.
Diversidad y adaptaciones modernas
Hoy en día, la variedad de tamales consumidos en La Candelaria es inmensa. Dependiendo de la región, los tamales pueden ser de masa de maíz, harina de maíz, elote o incluso masas alternativas. Algunos llevan rellenos y salsas tradicionales, mientras que otros se presentan como versiones innovadoras que incorporan ingredientes contemporáneos, como productos industriales o alternativos para dietas específicas (sin gluten, bajos en calorías, sin manteca, entre otros).
“Las culturas que han mantenido a los tamales como un referente alimentario han ido modificándolos con el tiempo, adaptándolos a las necesidades y gustos de cada generación”, señala el experto.
Más allá del prejuicio: Los tamales como alimento balanceado
A pesar de que los tamales a menudo se perciben como alimentos poco saludables debido a su alto contenido calórico, esta visión es reduccionista. La riqueza de tamales regionales en México ofrece opciones nutritivas y balanceadas que pueden integrarse en una dieta equilibrada. El problema radica en el desequilibrio al consumir versiones desproporcionadas en las grandes ciudades, lo que ha generado una imagen distorsionada de este platillo ancestral.
Un símbolo de identidad gastronómica
Los tamales no solo son un alimento; son un símbolo de la riqueza cultural y gastronómica de México. Desde sus orígenes en las civilizaciones prehispánicas hasta sus adaptaciones modernas, representan un legado que conecta a los mexicanos con su historia y tradiciones.
La próxima vez que disfrutes de un tamal, ya sea en La Candelaria o cualquier otro día, recuerda que estás degustando siglos de historia, tradición y cultura en cada bocado.
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