Por Dr. Alberto Molás, miembro del consejo consultor de nutriólogos de Herbalife Nutrition
“En el mar la vida es más sabrosa…” Así se puede interpretar la conclusión del Dr. Mathew White, un psicólogo ambiental de la Escuela de Medicina de la Universidad de Exeter, en Inglaterra. No es difícil imaginar el porqué de esta conclusión, basta con mirar el azul del mar y escuchar el ruido de las olas para comprobarlo. Pero el Dr. Mathew olvida el factor dietético. ¿Dónde se come más saludable?
Las tradiciones alimenticias de las regiones se caracterizaban por su ecosistema. Por ejemplo, la alimentación en las costas se favorecía de la pesca y recolecta de frutas tropicales, mientras que para la alimentación de las demás regiones era común la ganadería y agricultura debido a su lejanía con el mar. Así se fueron desarrollando las costumbres dietéticas entre aquellas que favorecían el consumo de cereales y las que propiciaban los encurtidos.
Pero en un mundo globalizado las costumbres se pierden. Por ejemplo, podemos tener un desayuno estilo estadounidense, una comida con cortes brasileños y una cena muy mexicana. Desde un aspecto tradicionalista, esto puede ser muy criticado debido a la pérdida de identidad en las regiones, pero ¿cómo influye la alimentación en nuestra salud?
Una alimentación de mala calidad es un factor determinante de diferentes patologías crónicas, como son la diabetes mellitus, la hipertensión arterial sistémica y algunos tipos de cáncer, entre otras enfermedades. Así, se ha visto que dietas ricas en grasas saturadas, ácidos grasos trans e hidratos de carbono refinados, junto con un bajo aporte de antioxidantes y fibra, son perjudiciales para la salud.
El “Estudio de los Siete Países”, liderado por Ancel Keys entre 1958 y 1964, el cual comparó los hábitos dietéticos de Estados Unidos, Japón, Finlandia, la antigua Yugoslavia, Italia y Grecia, arrojó que se tenía una menor mortalidad por enfermedad coronaria y general y se alcanzaba una mayor expectativa de vida en los países mediterráneos, particularmente en Grecia. Así fue como se denominó la dieta mediterránea, la cual se asocia especialmente a beneficios cardiovasculares, se caracteriza por una baja ingesta de carnes rojas y un alto consumo de frutas, verduras, legumbres, aceite de oliva, frutos secos y pescado.
Las principales características de la dieta mediterránea son:
1. Limita el uso de grasas saturadas como aquellas provenientes de la mantequilla, la leche entera y las carnes rojas.
2. Favorece el alto consumo de grasas monoinsaturadas, contenidas principalmente en el aceite de oliva.
3. Favorece el equilibrio entre ácidos grasos polinsaturados como son Omega-6 y Omega-3. Éstos deben existir en un balance que favorezca entre 3 y 5 veces más Omega-6 que Omega-3, el problema es que la dieta occidental supera por mucho esta recomendación, provocando así los efectos indeseados del Omega-6.
4. Limita el aporte de proteína derivada de animales terrestres, especialmente carnes rojas, y favorece el consumo de proteína con base en pescados, mariscos y frutos secos.
5. Favorece una alta ingesta de antioxidantes, presentes en frutas, verduras, aceite de oliva virgen, especias y hierbas, y una copa de vino al día (150 ml).
6. Propicia el alto consumo de fibra proveniente de alimentos de origen vegetal como verduras, frutas, cereales integrales, legumbres y frutos secos.
No olvidemos que, aunque la dieta mediterránea sea la más recomendada, debemos equilibrarla y evitar los excesos, por lo que te recomiendo que visites a un especialista en el área de nutrición, quien además podrá darte recomendaciones sobre actividad física y estilos de vida saludables.
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